Viaje a Marruecos: Día 1 Hamburgo - Lörrach
Viernes 28 de Septiembre de 2018
Son las 12:00 am
y es la hora de huír del trabajo. ¡Llevaba mucho tiempo esperando este momento!
Por fin empieza la aventura. Llego a casa, y me cambio la ropa de diario por la
ropa de moto. Camiseta interior transpirable, protector de espalda, chaqueta,
pantalón y botas. Ahora toca sacar la moto del garaje y revisar que no se me
olvide nada. El equipaje ya estaba todo sobre la moto y solo faltaba atender a los últimos detalles.
Cada uno llevaba
una maleta lateral con nuestros objetos personales y la maleta central guardamos
todas las cosas de fácil acceso (agua, ropa de lluvia, etc.). Por último
llevaba una bolsa sobredepósito en la que guardaba las cosas más importantes
(pasaporte, dinero, papeles de la moto, etc.).
Para que os
hagáis una idea, el garaje tiene forma de patio y hay diferentes puertas
quedando un espacio grande en el medio al aire libre. Ahí están mis vecinos
Hening, Folker así como el matrimonio del garaje de enfrente. Hening me ve y me
pregunta si vamos al Harz de fin de semana. Le respondo que si… al Harz…. Luego
le digo que es broma y que me voy a Marruecos, entonces su sobresalto es
perceptible así como el de la señora que está a su lado, que empieza a
atosigarnos con preguntas de toda índole. ¿Eso no es peligroso?, ¿te has
informado bien?, ¿llevas botiquín y todo lo necesario?. Nos armamos de paciencia
e intentamos en concentrarnos en lo esencial, que es que no se nos olvide nada
importante, lo cual es difícil con tanto acoso. No me di cuenta en ese momento, pero sería incluso más pesada que los peores niÑos de Marruecos. Finalmente nuestra
paciencia tiene un límite y nos ponemos el casco, arranco la moto y nos vamos. Ciao vida
diaría.
Lo bonito de
viajar en moto es que casi nunca estás solo. Es algo que he podido corroborar a
lo largo de este viaje y es algo parecido al ambiente que se vive cuando vas de
viaje en bici: la gente se siente fascinada por tu viaje y piensan que lo que
estás haciendo no lo harían ellos jamás en su vida porque les parece algo bien
arriesgado y lejos de sus posibilidades. En realidad cualquiera que tenga
interés y le guste viajar puede vivir una experiencia similar. No solamente se
puede viajar en moto si no también en bicicleta, caminando, en kayak o
patinete. La vida no pone fronteras, las fronteras nos las ponemos a
nosotros mismos. Todo el mundo puede encontrar la forma de salir ahí a vivir
experiencias nuevas y únicas. Para ello solo hace falta salir y dar el primer paso…
Llegamos a
Hamburgo-Altona e inmediatamente nos unimos a los otros moteros mientras que
esperamos para acceder al tren. Parece que la gente que está por aquí no es la
primera vez que viajan con el Autozug y cada uno cuenta su viaje: algunos van
hasta Viena y de ahí a Croacia. Otros sin embargo llegan en tren a Lörrach y
vuelven hasta Dinamarca en moto. Cuando cuento que el punto más lejano de mi
viaje es Marruecos algunos quedan algo sorprendidos. ¿Realmente es algo tan
descabellado?, me pregunto a mi mismo. Empiezo a preocuparme si lo que estoy haciendo es realmente una
locura. Al mismo tiempo no puedo negar que mi espíritu de aventurero aumenta…
La noche en tren
transcurre apaciblemente junto a un matrimonio de dentistas jubilados daneses
que durmieron de lo más lindo después de beberse dos botellas de vino. La
verdad es que el espacio para 4 personas es algo reducido, y eso que en el
compartimento caben teoréticamente hasta 6 personas. Sin embargo pasamos una
noche excelente, pensando en todo lo próximo que queda por venir con total ilusión.
A la mañana siguiente nos despertamos cerca de Karlsruhe con un sol que más
tarde empieza a asomar por las colinas de la selva negra, haciendo que se
levanten esas nubes que se evaporan por la mañana en cuanto el sol empieza a
calentar. Cerca de una hora más tarde estaríamos dejando el tren y el viaje de
verdad en moto empezaría de una vez.
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