Viaje a Marruecos: Día 3 Troistorrents - Bourg d´Oissans



Domingo 30 de Septiembre de 2018

El despertador suena a las 06:30. Sabiamos que se acercarían tormentas por la tarde así que teníamos que salir lo antes posible para que no nos lloviera o al menos evitarlo en lo posible. A las 07:00 ya teníamos todo preparado y estaríamos desayunando tal y como apalabramos Martine, que era la dueña del alojamiento. 

Al final entre una cosa y la otra salimos sobre las 8 y algo, siendo ya de día, aunque el sol no hubiese salido completamente. En el momento de salir y de saborear la calma de una mañana de domingo pensé en todo lo bueno que iba a venir en ese día. Y ya lo creo que disfrutamos este día....

Justo enfrente de nuestra casa se encontraría la garganta por la que tendríamos que atravesar para luego llegar a un valle que se ensancha cruzando la frontera franco-suiza en menos de media hora. El inicio es espectacular y el sol que sale detrás las montanas nos regala unas imagenes como estas. 



Continuamos el camino llegando al primer pueblo francés que encontramos “Châtel”, en el cual todo estaba absolutamente desolado. También es verdad que era un domingo, fuera de temporada y bastante temprano. De todas formas eso nos beneficiaba, ya que durante todo el camino hasta “Abondance” y más tarde hasta “Le Biot” disfrutariamos de la carretera por el fondo del valle con total ausencia de coches. A partir de aquí tomaríamos la cómoda pero también divertida D902 que llegaría hasta “Cluses”. Hasta aquí ya llevariamos unas 2 horas de viaje y ya empzaba a ser tiempo de hacer una parada. El sol ya había levantado en todo su explendor, dejandonos algunas estampas como estas:





Como ya tocaba la primera parada buscamos algún sitio para desayunar y justo encontramos un bar con bollos y croasanes y esas cosas francesas en la localidad de Cluses y decidimos aparcar la moto justo enfrente para desayunar. Entramos con toda nuestra pinta de moteros novatos y tomamos asiento en una mesa. Aquí llega el primer problema: el camarero solo habla francés. Menos mal que café olé y pan au schocolat están dentro de mi repertorio francés. El problema es que me dice que no tienen para comer (no lo entendí, lo supuse por su cara). Pero lo bueno es que me señala la panadería de enfrente donde podríamos comprar las cosas de comer. No sé por qué,  pero aunque no he llegado a Marruecos ya me siento como si estuviese muy cerca ;)

La siguiente parte sería la más “aburrida” de todo el trayecto del día, pero el paisaje seguía siendo puramente alpino y las vistas nos acompanarian durante todo el camino. El objetivo sería llegar lo antes posible a la subida del puerto de la Madeleine, que sin duda sería el momento más excitante del dia. Pero el camino hay que disfrutarlo también, así que para no aburrinos subimos por una carretera algo estrecha y rota y con muchas curvas a un puertecito llamado “Col de La Forclaz”. Al llegar arriba todo lo que se respira es paz y naturaleza. Tanto es así que decidimos hacer otra parada para disfrutar del sol que hacía en ese momento, ya que más adelante la cosa se podría complicar con la lluvia. 




La bajada nos lleva hasta la ciudad de Albertville en donde aprovechamos la parada para repostar. Como llevaba haciendo todo el viaje, no llevaba el deposito lleno ya que la moto iba bastante cargada y la verdad es que el peso del combustible se notan. Así que en vez de llenar los 16 l que da el tanque lo dejaría en 10 l como máximo. Y con eso me daba para continuar más de 200 km (la media que llevaba era de 3,9l / 100 km), así que no tendría ningún problema de autonomia y la moto ganaría un pelo de agilidad.

El tiempo está un poco agitado, hace un poco de calor que trae un aire caliente que normalmente no suele ser un buen presagio. Continuamos los siguientes kilómetros por carreteras secundarias que pasan por pueblos llenos de muertos. Los “muertos” es como Elena llamaba a los dormilones que había en cada pueblo y que había que pasarlos lentamente para evitar el golpe y avisarla, ya que si no se puede llevar un buen sobresalto al no esperarse el dichoso vache. Intento pasar todo lo rápido posible, ya que mi objetivo es llegar cuanto antes para empezar el puerto de la Madeleine, aprovechando que el tiempo aún está bien.

A la altura del pueblo Notre Dame de Briancon empezaría nuestra ascensión al mitiquísimo puerto de la Madeleine, el cual asciende hasta los 2000 m en una ascensión de unos 25 km. La verdad es contar las sensaciones con palabras se hace algo difícil. Al principio cuesta un poco adaptarse a tanta curva y carretera difícil, pero en el momento que empiezas a ir enchufado es cuando disfrutas del placer de conducir y de disfrutar del camino. La subida a la Madeleine la tengo grabada con la GoPro, pero este video lo incluiré más adelante.

Llegamos a la cima del puerto y vimos una multitud de coches y motos aparcadas que no sabiamos de donde habían salido, ya que durante toda la ascensión nos habíamos cruzado con muy pocos coches. Sin embargo los pocos que hacen este camino, nosotros incluidos, pararíamos a saborear la cima y sus vistas, así como aprovechar para comer algo. 





Cuando empezamos a bajar el tiempo seguía bastante inestable, no obstante no llovia y por tanto la suerte seguía de nuestra parte. Después de un descenso bastante más corto pero si de mayor inclinación, llegariamos a la localidad “Le Chambre”, comunicada por la red de autopistas francesas que en ningún caso nos planteamos tomar. Nuestro camino continuaria por una carretera “terciaria” que vuelve a ascender de nuevo por un valle rodeado una gran vegetación de árboles en su parte inicial. Por desfortuna, un pequeno chaparrón descarga sobre nosotros justo el tiempo que se tarda en parar la moto para ponerte el traje de lluvia. Una vez mojados y protejidos con nuestro traje, la lluvia cedería. Así es la vida J

Continuamos por una carretera estrechísima que asciende por el valle de forma paulatina dando lugar a un paisaje mucho más excento de vegetación, típico de los escenarios de alta montana. El final del puerto tiene unas rampas considerables y unas cuantas curvas de herradura que dan lugar finalmente al “Col du Glandón”. Desde aquí sale otra carretera que enlaza con unas estaciones de esquí y conecta nuevamente con el camino por donde vinimos. 

Sin embargo nosotros continuariamos nuestro camino y empezariamos una bajada de esas que es más comodo hacer lentamente para así poder disfrutar del paisaje. A pocos kilómetros empezamos a contemplar el “Lac de Grand Maison” que es un imponente pantano el cual es el mayor recurso hidroeléctrico de todo Francia. Dispone de 8 turbinas Francis subterráneas que proporciona unos 150 MW de potencia. A su vez estás turbinas se pueden invertir para bombear agua de un pantano a unos 950 m de altura por debajo del Lac de Grand Maison, en los momentos que la producción eléctrica sea mayor que el consumo y así poder almacenar la energía en forma de diferencia de potencial. Además de ello, también cuenta con otras cuatro turbinas Pelton que también proporcionan 150 MW cada una. En total se proporciona unos 1800 MW de potencia. Para hacerse una idea, una ciudad como Berlin consume un pico 2200 MW , o unos 50 MW en la ciudad de  Melilla J









Continuaríamos nuestra bajada y esta vez si que el tiempo se pone cada vez peor: el viento va en aumento y poco a poco empieza a llover de forma constante. El día está casi hecho y lo más importante lo hemos hecho con las mejores condiciones, así que tampoco nos podríamos quejar. Parte del existo se debe a la buena planificación y anticipación del mal tiempo el día anterior, que fué lo que nos hizo madrugar para poder evitarlo en lo posible.

Una vez en Bourg d´Oissans contactamos con nuestro Airbnb el cual nos está esperando. Por suerte tiene un garaje donde guarda su moto, donde aparco la mia al lado suya. El pueblo tiene seguro momentos de mayor turismo, porque ahora mismo está todo vacio. Nos duchamos, nos cambiamos la ropa y disfrutamos del placer de caminar sin la ropa de la moto comodamente. Sigue lloviendo y tampoco hay mucho que ver, así que nos plantamos en el bar de la esquina a disfrutar una cerveza que la verdad bien merecida era. Cenamos en el único sitio posible, una pizzeria, y un rato después estaríamos durmiendo.  

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